Santa Catarina es uno de los 27 estados federados de Brasil. Cuenta con una población de alrededor de los 6.000.000 de habitantes y está localizado en el centro de la región sur. La región fue colonizada principalmente por inmigrantes europeos. El primer asentamiento en el territorio lo establecieron los españoles en 1542 a los cuales sustituyeron los portugueses en 1675. Con el tiempo ha sufrido numerosos cambios en la población según las distintas olas de inmigración. En el siglo XIX el actual territorio se Santa Catarina fue poblado sobre todo por inmigrantes alemanes e italianos. También llegaron muchos inmigrantes rusos y polacos que junto con los italianos crearon numerosas pequeñas fábricas y empresas familiares en las zonas del interior del país.
Santa Catarina está entre los estados más ricos de Brasil, y cuenta con una economía diversa y con una potente industria, sobre todo en los sectores de la agricultura, ganadería, extractiva y pesca, de gran importancia para el país.
Hacia finales de marzo de 2004, el país sufrió el primer huracán registrado en la zona del Atlántico Meridional, al que los meteorólogos brasileños denominaron "Ciclón Catarina", por sus particularidades.
En noviembre de 2008, la región de Santa Catarina sufrió durante 4 meses lluvias continuadas cada vez más fuertes que provocaron el desbordamiento de los ríos y varios derrumbes en ciudades y valles. Fue la peor catástrofe natural que ha tenido lugar en Santa Catarina, que registra lluvias torrenciales menores desde 1852. Las lluvias de 2008 causaron 85 muertos y alrededor de 150.000 familias perdieron sus casas. Se inundaron ciudades, calles, y zonas de cultivo que quedaron totalmente sumergidas. Las ciudades más afectadas fueron las del norte: Jaragua do Sul, Joinville, Schroeder, Itapoa y Guaramirim; en el centro sur: Itajai, Balneario Camboriu, Blumenau, Brusque Gaspar, Rio dos Cedros, Rodeio, Pomerode, Benedito Novo, Indaial e Iihota.
Se produjeron numerosos daños en las infraestructuras, calles, autopistas, puentes, viviendas y también enormes pérdidas en cultivos, ganado, industria y comercio.
En las ciudades de Itajai y Camboriu, una localidad cercana, la situación fue todavía más devastadora: todos los barrios de la periferia quedaron totalmente cubiertos de agua y fango, lo cual destruyó por completo todas las viviendas construidas en madera. Todo el valle de Itajal se inundó por el agua de los ríos y las avalanchas de fango que caían de las montañas circundantes, sumergiendo casas y coches. Itajai se quedó sin energía eléctrica ni agua potable. Los gobiernos locales declararon el "estado de emergencia" y tuvieron que acudir al ejército, la policía, los bomberos y los agentes protección civil.
Las numerosas comunidades italianas presentes en la zona de Santa Catarina, colaboraron con acciones de socorro y ayuda a los más afectados, aportando bienes de primera necesidad, ayuda económica, y participando activamente de forma solidaria.
La ciudad de Itajai, que es considerada hoy en día como el segundo puerto más importante de Brasil en cuanto al tráfico y comercio marítimo, tiene una población de alrededor de 170.000 habitantes y se caracteriza por la presencia de actividad comercial y laboral, gracias al puerto; pero también tiene un alto nivel de degradación y desapego que se concentra en los barrios de la periferia, donde se pueden observar altos niveles de delincuencia, micro criminalidad, dispersión de menores, violencia juvenil, prostitución, y consumo y tráfico de drogas. Son algunas de las consecuencias de la pobreza urbana, que se hacen aún más evidentes por el gran contraste entre estas zonas y el resto de la ciudad, que en general cuenta con buenos niveles de viabilidad, servicios, oportunidades laborales, educativas y buenas condiciones sanitarias y de vivienda.
Imarui es uno de los barrios marginales de la ciudad, muy cerca del puerto. Por sus características, resulta un lugar muy apropiado para la realización de proyectos de prevención de la violencia y de reinserción.
En Brasil existen numerosas corrientes religiosas e instituciones eclesiásticas, y la fe y el culto religioso son parte de la vida de casi todos los habitantes. Las iglesias más extendidas son la Católica, la Evangélica, la Adventista, que ofrecen distintas situaciones para el culto y algunos servicios de ayuda y apoyo. Ningún participante es forzado a seguir el camino de la fe para recibir ayuda de este tipo de estructuras, donde atienden a cualquier persona que acuda a ellos para pedir asistencia, respetando sin excepción el credo de cada uno.
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